De ascendencia chilena y catalana (Barcelona, 1987) , su vocación no sorprende, más bien es la consecuencia natural de su entorno, al ser sus progenitores artistas también. (o, a su vez)

 

Lautaro sintió la llamada de la tierra toscana y, más

concretamente, de Pietrasanta, y se trasladó ahí para formarse en las técnicas escultóricas más diversas. Y es que Pietrasanta es casi un centro de peregrinación de artistas de todo el mundo. En la población, junto a las famosas canteras de Carrara de donde se obtiene el mármol, abundan las fundiciones y los

talleres y acoge artistas como Botero o Mitoraj, entre otros.

 

Fué allí donde se especializó en el tratamiento de materiales nobles como el mármol, el bronce

o la madera y donde fue ejercitándose en técnicas milenarias como la de la cera perdida, conocimientos con los que ha ido construyendo un meticuloso procedimiento de trabajo que le permite moldear piezas únicas e irrepetibles, ya que se destruye el molde que permitiría su reproducción.

 

Lautaro, que dota a sus obras de alma y poesía, ya ha sido capaz de configurar un universo singular altamente simbólico que mixtura el clasicismo, con claras influencias del

arte griego y egipcio, con las vanguardias del siglo XXI.

 

 En cuanto a la poética conceptual encontramos desde mensajes sarcásticos en los que predomina el humor a otros más cercanos al sentido trágico de la existencia, de acuerdo con el temperamento del mismo Lautaro, entre la pasión, el impulso y la reflexión.

 

El misterio y la magia de sus esculturas consiguen un diálogo muy íntimo con el espectador, lo que las convierte en piezas con un fuerte contenido espiritual.

 

Lautaro, que ya ha hecho con éxito exposiciones individuales en diferentes países.

 

Gerard Gort Oliver